El mito de los nativos digitales
Introducción
A comienzos del siglo XXI, los pensadores más optimistas aseguraban que las nuevas generaciones estarían mucho más preparadas para manejar y estudiar los avances tecnológicos. «Nativos digitales» era un término habitual en aquella época en la que el euro llegó a España. 20 años más tarde hemos podido confirmar, por activa y por pasiva, que no era así. Hoy, los jóvenes cuentan, si cabe, con un conocimiento y un manejo de la informática y sus diversos dispositivos aun menor que cuando surgieron. En esta entrada hablaré sobre las posibles causas y consecuencias de este fenómeno.
Representación de internet mediante globo terráqueo.Del nicho a la popularidad
La evolución de la informática puede resumirse bastante bien si empleamos el símil de cómo han ido evolucionando los videojuegos desde la antigua Atari. Al principio se concebía la informática como un conjunto de herramientas de uso profesional y empresarial.
Al respecto quedaron citas desafasadas, como las de que aquellos ingenieros que afirmaban la imposibilidad de que un consumidor común y corriente quisiera tener un ordenador en casa hasta la famosa frase de Bill Gates en que espetó: «Le veo muy poco potencial comercial a Internet en los próximos diez años». Hay otras que quedaron desterradas por el paso del tiempo, algunas ciertas y otras atribuidas erróneamente.
Posteriormente, ante el éxito social, la informática se convirtió en un negocio de consumo al por menor. Si antes la publicidad iba dirigida a la longevidad y la seguridad de los dispositivos y conexiones, ahora pasaban a competir en potencia y funciones, como electrodomésticos o complementos de moda.
La entrada a los hogares de los primeros ordenadores, de torre y portátil, supuso un aliciente a las personas más neófilas y entusiastas de probar, crear y presumir de su manejo en estas nacientes tecnologías. A su vez, la imitación y el optimismo lograron que mucha gente tuviera interés por adaptarse y aprender para destacar y sobresalir. Los comienzos en la informática fueron difíciles e implicaban un cierto sacrificio en los usuarios finales.
Fue entonces, en una época dorada, cuando surgió el término «nativos digitales», entre otras expresiones grandilocuentes, para soñar con una sociedad de progreso y más culta gracias a un mayor acceso a la información y una incrementada experiencia que le permitía adaptarse al nuevo siglo. Sin embargo, todo eso fue una ilusión desmedida.
Ordenador Macintosh antiguo.Desde un usuario implicado a un consumidor enajenado
Conforme fue pasando el tiempo, los dispositivos y sus sistemas se volvieron más complejos en funcionalidad y posibilidades. Ello llevó a que los ingenieros vislumbraran un temible cuello de botella: la presencia y expansión de ordenadores en casa estaba alcanzando su pico máximo. Llegaría un momento en que el usuario común acabaría perdido irremediablemente si no se apostaba por intefaces sencillas y sistemas a prueba de idiotas que todo el mundo pudiera usar sin casi ningún esfuerzo.
Google tomó la delantera innovadora en el año 2008 por medio de Google Chrome y Android, un sistema operativo móvil que pudiera penetrar en todos los hogares del mundo. Y, hasta hoy, con sus más y con sus menos, podemos afirmar que cumplió su objetivo de monopolizar internet y los dispositivos de consumo para usuarios finales de muy bajo perfil.
El hecho de que la informática fuese más fácil y asequible, así como diversa en marcas y modelos, hizo que los consumidores perdieran interés por adaptarse. Ya no era el consumidor el que debía conocer la tecnología, sino que era la tecnología la que debía captar y mantener la atención del consumidor, tal como había sucedido, salvando las distancias, con la radio y la televisión en décadas pasadas.
Uno de los miles de comentarios que pueden encontrarse en internet sobre este tema. Es triste y desolador.Los «nativos digitales» son analfabetos digitales
Hemos llegado a la paradoja de que las generaciones situadas hacia la mitad de la curva, ni muy jóvenes ni muy mayores, son los que hoy tienen y mantienen un mayor manejo de los dispositivos. Esto pudiera interpretarse como una visión sesgada de quienes ya tenemos unos años, pero los estudios y estadísticas demuestran que, al contrario que hace unos 15 años, las nuevas generaciones no tienen el entusiasmo y la amplitud de conocimiento que quienes conocieron la informática.
Los niños y jóvenes de hoy han nacido con un móvil o una tableta entre menos. Lejos de plantearse cómo funcionan o cómo llegaron a existir, las han aceptado como elementos de la naturaleza o dogmas de fe; como parte conatural de la existencia, tal como si fueran un árbol o una roca. Los jóvenes de hoy muestran dificultades para buscar, descargar e instalar programas (¡en Windows!) y no saben siquiera escribir en un procesador de textos o enviar mensajes por correo electrónico.
A diferencia de las generaciones pasadas estos individuos, tarde o temprano, tendrán que enfrentarse a un trabajo u ocupación que requiera algo más que visitar redes sociales o escribir por WhatsApp. La generación más mimada, sobreprotegida y dotada de medios se convierte, a su vez, en la más inútil y perezosa.
Fomentar la lectura y las bibliotecas es una asignatura pendiente.Conclusiones
A comienzos del siglo XXI se creía que las nuevas generaciones estarían más preparadas para el futuro. Hoy sabemos que se equivocaban. Lejos de ello, los jóvenes actuales parecen más esclavos que señores de la tecnología; pues son dependiente de los móviles, las videoconsolas y otros dispositivos mientras no entienden cómo funcionan y cómo las empresas y gente experta puede aprovecharse para sonsacar información personal, estafarlos o lucrarse a su costa sin que tengan menor conciencia de lo sucedido ni de sus consecuencias.
Los planes de estudio, diseñados por pedagogos y gente sumida en los ideales posmodernos, se ha retroalimentado con una sociedad de excesiva información hasta engendrar una población de niños y jóvenes incapaces de prestar atención a una tarea, que se aburre con facilidad si algo no es divertido y que carece de las más mínimas herramientas psicológicas y congénitas del desarrollo humano para afrontar contrariedades, retos y frustraciones.
No se puede aspirar a un conocimiento de las nuevas tecnologías si primero no se adquieren destrezas previas como la comprensión lectora, la redacción o el cálculo matemático. La imaginación y el pensamiento introspectivo son la base de los grandes pensadores. La finalidad misma de la enseñanza se vuelve incompatible con el bombardeo de información fragmentaria, vídeos irrelevantes y soniditos estridentes.
En conjunto, tenemos una sociedad cada vez más inútil e infantilizada. En vez de «nativos digitales» se han acabado convirtiendo en «analfabetos digitales» y es responsabilidad de toda la sociedad revertir este tendencia.